A lo largo de mi vida he visto muchos emprendedores con ideas brillantes sobre ciertos negocios con la finalidad de que puedan ser libres de un jefe, una empresa y construir el sueño que siempre han anhelado.
He visto ejemplos buenos y ejemplos malos, ambos con la misma ambición y la misma pasión referente a su producto o negocio.
Sin embargo, he notado que la grande diferencia radica en la calma y la inteligencia. Pensar dos veces la decisión que se va a tomar. Apostar todo por la idea, no siempre ha sido bueno, existen excepciones pero la gran mayoría de veces el proyecto no termina bien.
Y es que hay factores que deben tomarse muy en cuenta, por ejemplo:
- Edad: No es lo mismo iniciar un negocio a los 20 años que a los 50. Cuando tienes 20 sabes que si lo pierdes todo puedes volver a iniciar y no hay tanta responsabilidad sobre tus hombros, pero una persona de 40 o 50 años, normalmente tiene una familia que sostener, colegiaturas de escuelas que cubrir, etc. Es muy importante calcular cuánto invertir y cuánto guardar.
- Separar las cuentas personales de los negocios: El ánimo y el entusiasmo pueden ser un arma de dos filos, pues en una de esas y perdemos no solo el negocio sino las propiedades familiares, etc. Se sugiere manejar cuentas de banco por separado, el negocio debería sostener la familia y no la familia al negocio, de lo contrario no sería negocio.
- Fondo de ahorro y retiro: Si estás construyendo tu propio negocio debes tomar muy en cuenta que es necesario separar una parte pensando en el futuro, pues tú eres tu propio jefe. Y además separar otro porcentaje para ahorrar. Creo muy necesario evitar lujos, viajes costosos, artículos ostentosos, se dice que en China los que inician un proyecto no tocan un solo peso hasta después de 3 años, todo lo invierten y lo ahorran. ¿Inteligentes no?
Creo firmemente en la idea de luchar por los sueños, de invertir por lo que nos apasiona, pero también creo firmemente que debemos dar pasos inteligentes para llegar a la meta final con mucho gozo.